de Marina Rosón
HUMADADES
Empecé haciendo este archivo familiar fotográfico con mi hermano mayor.
Las imágenes no estaban escaneadas por mí, sino por nuestro padre. Imagino que eso más adelante le llevó a ofrecerme que lo hiciese de nuevo, ya que estaban editadas. Mi hermano me ha escrito varios e-mails hoy, después de haber visto que había retomado de nuevo el escaneo, y esta vez sobre las partes traseras de las fotografías antiguas de mi familia que tienen la misma relevancia para mí que su contenido delantero, porque había otra imágen que hablaba de su origen, su clima, de un posible olvido, del deterioro y del transcurso del tiempo.
Decidí hacerlo porque:
Me llamaron la atención sus dibujos abstractos, aunque no es acertado llamarlos abstractos, pues esto ha sido creado por la presencia de los hongos que han tenido la oportunidad de manifestarse por dos circunstancias propicias: el papel y un lugar húmedo y sombrío. Esto me surge cuando escaneaba sus delanteras, con la principal idea de hacer un archivo fotográfico familiar. Al estar tocándolas y dándoles la vuelta pensé que si este trabajo lo estuvieran haciendo para mí, me gustaría verlas por los ambos lados como si las tuviese.
Las fotografías son bastante delicadas y lo que me proporcionó su digitalización fue la comodidad de ver mejor las huellas que tienen. También me gusta la idea de que no se vea a las personas, pues es mucho más íntimo y ya no son el foco principal los personajes que aparecen.
A los familiares que aparecen les miro, los analizo, siempre pensando que ellos eran conscientes de que estaban siendo fotografiados e imagino que también pensaban que como muchas personas íbamos a verlo, se arreglaban y vestían bien aunque no estuvieran en buenas condiciones. Su apariencia era distinta, además hacerse una fotografía era una novedad. Entonces por mi parte también fue un alivio encontrar otra perspectiva que me aportaba una nueva información. Como si en ese momento estuviera teniendo otro tipo de comunicación visual. Detrás de esas fotografías hay un mensaje.
Llegué a la conclusión cuando estaba haciendo este archivo de que estaba sumergiéndome en el pasado, yendo muy atrás, y materialmente he conseguido mirar atrás, atrás de lo que se pudo perder u olvidar.
Me imagino cuántas personas han visto las fotografías, las han tenido en sus manos, las han podido tocar. Además en la casa en que estaban guardadas, sus paredes también tenían humedades, y allí fue donde que me crié, con olor a humedad y con las capas que se caían de las paredes. Muchas veces jugaba a pintar encima de ellas, pero mis dibujos se deshacían, los lápices se hundían en las paredes. He llegado a preguntarme a mí misma si las gripes tan fuertes que tenía y algo alucinatorias se debían al clima del lugar.
Esto me hace ver como la propia naturaleza se extiende y abre sus ramas moviéndose, alcanzando todos los sitios y con diferentes medios. Ahora en mi ordenador tengo la representación de algunas humedades. Han llegado hasta aquí.
Todo tiene un origen y siempre se hace hincapié en que las fotografías tengan contenido, en empatizar con las personas o cosas que aparecen en la imagen. En este caso las personas se pueden imaginar, las personas de delante están ausentes, pero ha seguido surgiendo vida detrás de sus imágenes Eso es algo que me lleva a profundizar: dónde está la vida está la muerte, y viceversa.
Y ya no son solo las imágenes, sino su olor persistente, su tacto. El tacto de algunas son ásperas y rugosas, otras arenosas, otras lisas. Algunas me recuerdan a la tierra.
Estas imágenes estuvieron encerradas en la oscuridad y han sido rescatadas, sacadas a la luz e iluminadas por el fluorescente del escáner.
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AL CENTRO
Jugando al centro con la luna,
se me escapa de la mano,
sale por su pecho,
he visto un caballo trotando por el cielo.
Ni está en el centro,
ni está trotando.
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A la ciudad envuelta por el mar, que tanto extraño.
SIN AGUJA NI HECHICERA
Me volvió a cantar la noche desvelándose.
Mi esencia saliendo de su sepultura.
Broto como una flor nocturna o quizá como una enredadera, ambas igual de bellas.
Me regalaron la eternidad.
¿Quién me la regaló?
Un mensajero, el mismo que pintó un retrato de mí donde parezco una hechicera…
¿Qué me regaló?
Un reloj de bolsillo, envejecido, siendo consciente, de que los objetos tienen vida y nos miran, lo sostuve cuando
me lo dio.
En el trayecto al regreso, iba mirándolo embaucada.
¿Qué era?
La eternidad…
Añoro ver el ritmo de las olas acorde a mis emociones.
Bravos y tempestuosos.
De las gaviotas y el mar,
llegué hasta los cuervos y el bosque.
Me volvió a cantar noche, desvelándose.
He viajado con los ojos cerrados.
Extraño esa ciudad envuelta por el mar,
sorprendida, nunca había sentido tanto por un lugar.
El mensajero tiene de nombre: Horizonte vertical.
Sus manos llenas de colores.
Insomne estoy entre somnolientos,
he vuelto por el canto de la madrugada.
Reloj, reloj.
Respóndeme.
¿Viajarás en el tiempo tú también?
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ATADA
Ladra la perra atada,
al mundo acelerado,
jugué con sus cadenas,
con la sombra de mi mano.
No se deshizo
y siguió
ladrando.
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Me llamo Marta Marina Rosón nací en Madrid (Léganes) en 1991. Actualmente resido en Asturias. Empecé a dedicarme a la fotografía a los diecinueve años de edad, y a tenerla más en cuenta cuando me becaron en la escuela de fotografía Blank Paper (Desarrollo de proyectos) a los veintitrés años. Ahora sigo trabajando de manera autodidacta. Haciendo colaboraciones, y administrando un blog https://martamarinaroson91.wordpress.com/ donde expongo mis proyectos.